El pistolero
A Rosa Martínez
La novia del sheriff lo abraza con fuerza y le suplica que
no salga a la calle a batirse con el pistolero que ha llegado a la ciudad para
desafiarlo. Le propone que se quede en la cantina, que acabe de desayunar sin
prisas y que luego se fume un cigarro y se entretenga jugando a las cartas con
los amigos. Le advierte que el pistolero seguramente no ha venido solo y le
confiesa que tiene miedo de perder al amor de su vida por culpa de una absurda
cuestión de honor. Le recuerda que el Estado le debe la paga de tres meses y
que él no está obligado a dar la cara para paliar la falta de recursos que
padece la comunidad. También le reprocha que sólo piensa en sus asuntos, que
nunca ha tenido la menor intención de formar una familia. Le critica que
dedique tanto tiempo a perseguir sospechosos y que prefiera dormir en la cárcel
cuando detecta problemas de orden público. Y al ver que todos estos argumentos
no sirven para nada, la novia del sheriff lamenta que -detrás del largo cañón
de su revólver- se oculte una virilidad más que discutible y le amenaza con no
volver a dirigirle la palabra si atraviesa la puerta de la cantina.
Tras su desayuno, el sheriff sale finalmente a calle,
dispuesto a buscar amor, amistad o lo que surja.
Pedro Herrero Humor mío
El amor es libertad. Sin libertad el amor es otra cosa, aquí... y en el lejano Oeste.
ResponderEliminarMe gustó, Pedro.
Besos payasos.
Yo estoy encantada con mi micro tuneado.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Ahora es cuando se pueden degustar los micros y disfrutar todos sus matices.
ResponderEliminarMuy bueno, Pedro.
Un abrazo.
Fantástica historia, perfecta para el guión de un corto.
ResponderEliminarBesos
Don Pedro, uno de esos que te hace sentir que a estas cosas hay que ir, sean los kilometros que sean los que uno deba recorrer.
ResponderEliminarUn abrazo!